Ángel

Bienes de Interés Cultural (BIC)
Escultura

En el ámbito de la escultura barroca, la obra titulada Ángel destaca por su riqueza técnica y expresiva. Creada en el taller de Antonio de Borja, este trabajo se sitúa en un periodo de gran efervescencia artística, entre 1725 y 1730. La escultura, que mide 50 x 40 x 30 centímetros, es un ejemplo significativo de la habilidad de los artesanos de la época para combinar diferentes técnicas en una sola pieza. La obra está elaborada en madera, técnica que se complementa con pintura y dorado, lo que le confiere un brillo y una vitalidad que son característicos del estilo barroco.

El Ángel en cuestión no solo representa una figura religiosa, sino que también refleja el profundo conocimiento de la anatomía y la drapeado de las vestimentas que poseían los escultores de su tiempo. La atención al detalle es evidente en cada pliegue de la tela y en la serenidad del rostro, que capturan la esencia de lo divino. Esta pieza no es solo un objeto de culto, sino también un testimonio del contexto histórico y cultural en el que fue creada, donde el arte y la religión se entrelazaban profundamente.

La obra está registrada en el Inventario General del Principado de Asturias bajo el código A-I-M - 03 - 0000781 - 00000, siendo una parte importante del patrimonio cultural de la comunidad autónoma. Su inclusión en el Registro de Bienes de Interés Cultural garantiza su protección y conservación, lo que subraya la relevancia de la escultura en la historia del arte español. Este inventario no solo proporciona una identificación y descripción de la pieza, sino que también asegura su situación jurídico-administrativa, un aspecto fundamental para la preservación de las obras de arte.

La anotación preventiva que acompaña al Ángel indica que, aunque aún está pendiente de asignar un estado definitivo, su reconocimiento ya contribuye a la difusión de la cultura asturiana. Esta situación resalta la importancia de conservar y valorar las obras de arte que forman parte de nuestra historia, no solo como objetos estéticos, sino también como portadores de significados y contextos históricos.

La obra de Ángel es un claro ejemplo de cómo el arte puede funcionar como un puente entre el pasado y el presente, permitiendo que las futuras generaciones se conecten con su herencia cultural. En un momento donde la estética y la espiritualidad se fundían, el Ángel se erige como un símbolo del esplendor del barroco en Asturias, recordándonos la vitalidad de una época que, a pesar de las limitaciones del tiempo, sigue resonando en la actualidad.