Armario

Bienes de Interés Cultural (BIC)
Mobiliario

El Armario es un objeto que ha trascendido en la historia no solo como un simple mueble, sino como un símbolo de la evolución cultural y social a lo largo de los siglos. En el contexto del País Vasco, este Armario se inscribe en un periodo que abarca desde el siglo XIX hasta el XX, destacándose no solo por su funcionalidad, sino por el significado que ha adquirido en el ámbito del patrimonio cultural.

Con un único registro en el catálogo de Bienes de Interés Cultural (BIC), este Armario se encuentra clasificado bajo el código R-M - 04 - 0000010 - 00052, lo que indica su importancia y singularidad dentro del mobiliario vasco. La fecha de declaración, 15 de diciembre de 1989, y su posterior publicación en el boletín oficial el 21 de diciembre del mismo año, marcan un hito en su reconocimiento como un bien valioso que merece ser preservado. Este reconocimiento no solo resalta su estatus legal, sino también su relevancia dentro de la historia del diseño y la funcionalidad de los muebles.

El Armario, como bien registrado, pertenece a la categoría de mobiliario y se encuentra bajo la responsabilidad del organismo correspondiente del País Vasco. Esta información no solo es fundamental para su conservación, sino que también proporciona un marco jurídico-administrativo que asegura su protección. En el registro, se documenta su identificación y descripción, aspectos esenciales para su estudio y valoración en el contexto del patrimonio cultural.

La importancia del Armario trasciende su estructura física; es un reflejo de la vida cotidiana de las personas que lo utilizaron y un testimonio del estilo de vida de épocas pasadas. Al ser un mueble que ha sobrevivido al paso del tiempo, se convierte en un vínculo tangible con la historia, permitiendo a las futuras generaciones apreciar la estética y funcionalidad de épocas anteriores.

El Armario, así, no es solo un mueble; es un legado cultural que representa la rica historia del mobiliario en el País Vasco. Su inclusión en el Registro de Bienes de Interés Cultural garantiza que su valor será reconocido y que se tomarán medidas para su preservación, asegurando que siga siendo parte de la narrativa cultural de la región. La continuidad de este patrimonio es fundamental, no solo para la identidad local, sino también para el enriquecimiento del patrimonio cultural colectivo.