La gallina ciega (juego) es una obra atribuida a Francisco de Goya y Lucientes, un destacado pintor español del siglo XVIII y XIX. Aunque su autoría no está confirmada de manera definitiva, la influencia y el estilo característicos de Goya son evidentes en esta pieza. La obra, que se encuentra registrada bajo el código A-I-M - 01 - 0005750 - 00000, forma parte del inventario general de bienes de interés cultural en la comunidad autónoma de Galicia, donde fue incoada el 17 de noviembre de 1986.
La gallina ciega (juego) tiene unas dimensiones de 205 x 148 centímetros y está realizada en técnica de óleo barnizado, lo que sugiere un cuidado especial en la presentación y conservación de la obra. Este tipo de técnica es típico en las obras de Goya, que solía emplear un tratamiento meticuloso de los colores y las texturas para transmitir emociones y narrar historias visuales. La pieza se clasifica como pintura, y aunque la escuela a la que pertenece aún está pendiente de asignar, su estilo refleja los rasgos del periodo en el que fue creada.
El término "gallina ciega" se refiere a un juego popular que ha perdurado a lo largo de los años en la cultura española. Este juego, que consiste en que un jugador, con los ojos vendados, debe intentar atrapar a otros jugadores, evoca una sensación de juego y travesura, lo que podría reflejar la temática de la obra. La representación de este juego en la pintura sugiere un interés por las dinámicas sociales y la diversión, elementos que Goya frecuentemente exploraba en su arte.
El estatus cultural y legal de La gallina ciega (juego) está registrado en el Registro de Bienes de Interés Cultural, donde se conserva información crucial sobre su identificación, descripción y situación jurídico-administrativa. Esta información no solo es importante para la preservación de la obra, sino que también ofrece un contexto sobre su relevancia en el patrimonio cultural de Galicia y, por extensión, de España.
A través de La gallina ciega (juego), se puede apreciar la capacidad de Goya para capturar la esencia de la vida cotidiana y las tradiciones populares de su tiempo. La obra no solo es un testimonio de su talento como pintor, sino también una ventana hacia las costumbres de la sociedad de su época, lo que la convierte en una pieza de interés tanto artístico como cultural.
