Abanico (1)

Bienes de Interés Cultural (BIC)
Etnografía

El Abanico (1) es una pieza singular que se inscribe dentro del patrimonio cultural de Navarra. Con un solo ejemplar registrado, esta obra destaca por su técnica de pintura sobre seda y bordado, lo que revela un alto grado de destreza artesanal. La elección de estos materiales no solo denota un compromiso con la estética, sino también con la tradición de la artesanía que ha caracterizado a esta región.

El proceso de incorporación del Abanico (1) al Registro de Bienes de Interés Cultural comenzó el 21 de junio de 1993, y su declaración oficial tuvo lugar el 22 de julio del mismo año. Este marco temporal es crucial, ya que refleja el esfuerzo continuo por preservar y dar visibilidad a elementos que forman parte de la identidad cultural de Navarra. La obra está catalogada con el código I-M - 13 - 0000431 - 00000, y se encuentra en la sección de Etnografía dentro del inventario general, lo que subraya su relevancia en el estudio de las tradiciones locales.

El organismo responsable de este registro en Navarra asegura que toda la información relacionada con el Abanico (1), así como con otros bienes culturales, se encuentra debidamente documentada. Este proceso de documentación no solo facilita el acceso a los datos sobre la obra, sino que también garantiza su protección legal y cultural. La existencia de un inventario que clasifica y describe estos bienes es fundamental para la conservación del patrimonio, permitiendo que futuras generaciones puedan apreciar y entender su significado.

El Abanico (1), al ser un ejemplo de la fusión de técnicas artísticas tradicionales, ofrece una ventana a la historia y a las costumbres de la comunidad que lo creó. Su presencia en el inventario es testimonio del valor que la sociedad otorga a su herencia cultural. Este tipo de objetos, lejos de ser meros adornos, cuentan historias y evocan emociones, conectando a quienes los observan con un pasado rico y significativo.

La protección de obras como el Abanico (1) es esencial no solo por su valor estético, sino también por su capacidad para representar y transmitir la cultura de una comunidad. La labor de los organismos encargados de su registro y conservación asegura que esta y otras piezas similares continúen formando parte de la narrativa cultural de Navarra, preservando así la memoria colectiva y enriqueciendo el patrimonio artístico del país.